PERÍODO DE LATENCIA
Según el caso, muchas veces pasó un tiempo más o menos prolongado, en
que síndrome postraumático ha permanecido latente, antes de eclosionar.
Veinte años después de la Shoá, prisioneros que vivieron perfectamente
adaptados a la sociedad y que preferían no hablar de los horrores pasados,
retornaban a su vida en aparente normalidad, sin embargo, reprimían un gran cuantum de agresividad inconciente que
no pudo ser elaborada. Años más tarde sobrevenía un estallido sintomático,
sentido en ocasiones como un desmoronamiento existencial, que nos recuerda al
artículo de Freud “los que fracasan al triunfar. Otros autores como Lifton, dan
noticia de fenómenos patológicos semejantes sobre Hiroshima.
Pasada la guerra los exprisioneros regresaban a un mundo en el que la
dependencia pasiva o el absoluto “aquí y ahora” ya no existía. Así como el
hombre normal puede pensar en el futuro sin tener frente a él constantemente la
imagen de la muerte, esto no era posible para el ex presidiario, quien percibió
la muerte como una realidad forzosa y cercana que no resultaba posible
reprimir. Por tal motivo estas personas tendían a recluirse nuevamente en una existencia
aislada en el “aquí y ahora”, y cuando
intentaban apartarse de este camino, eran presa de una desbordante angustia.
Otro factor a considerar es que la expectativa de vida en los Campos no
es comparable con la de los soldados en las trincheras. El soldado estaba en
actividad durante el día, pudiendo de este modo canalizar sus sentimientos de
agresividad y compensar la posible depresión ante el destino que le aguardaba,
además le ayudaban la camaradería, la identificación a un ideal, el
patriotismo, etc.
En resumen: la puesta de cara a la muerte, combinada con una obligada dependencia,
constante humillación e injusticia, condujeron inevitablemente a una regresión
yoica, la única posible ante la imposibilidad de cualquier defensa intelectual
o física. Las consecuencias sintomáticas mediatas, muchas veces fueron provocadas por acontecimientos
actuales, que hacían presente el sufrimiento del pasado: por ejemplo cualquier
noticia sobre neofascismo podía provocar una reactivación del trauma.
INVESTIGACIONES SOBRE LOS SÍNTOMAS
TARDÍOS EN LOS PRISIONEROS DE LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN.
EL VALOR DE LA INDEMNIZACIÓN
Cuando finalizaron los horrores de la guerra, el estado no tenía leyes
de indemnización que en diversos países, recién se redactaron años después.
Para cobrar la indemnización era necesario demostrar que por los daños
sufridos, había una disminución de la capacidad laboral. Esto resultaba
sencillo en caso de problemas somáticos, pero más difícil para establecer daños
psíquicos tales como: depresiones, trastornos del sueño, etc.
En el comienzo, los sobrevivientes fueron recibidos en sus respectivos
países con entusiasmo y música de orquesta, que parecían ser la mejor medicina
para los damnificados de guerra; se recogía la impresión de que los terribles
acontecimientos de los Campos de Concentración, pasarían sin dejar huellas. Sin
embargo, este estado de euforia no perduró, en mediano plazo aparecieron las
consecuencias de los traumas, perfectamente documentados por las estadísticas
surgidas de los pedidos de indemnizaciones.
Muchos pacientes atribuían sus enfermedades a la estadía en los Campos,
Sin embargo, una cantidad significativa de médicos opinaba que esto era
imposible. No podían concebir que personas que durante largo tiempo no habían
padecido de incapacidad laboral u otros síntomas, de pronto estuvieran afectadas
por una causa de muchísimos años atrás.
LOS RESULTADOS
Ayudó mucho al proceso de la investigación, que casi no hubo abusos o
simulaciones en cuanto a las enfermedades declaradas, más bien ocurría lo
contrario: la mayor parte había reprimido o menospreciado síntomas tales como
pesadillas, angustias, etc. Cabe aclarar que estos exámenes se efectuaron en
diferentes países del mundo con resultados semejantes.
Dado que la salud no es únicamente la ausencia de enfermedad, sino un
estado de bienestar físico, psíquico y social, la utilización de criterios
objetivos fue de fundamental importancia. Después de haber estudiado a
conciencia las historias clínicas, se encontró en las víctimas una mayor
cantidad de cambios de vivienda e inconstancias laborales. A su vez, las
personas revisadas, tuvieron períodos de enfermedad más largos y más días de
internación, disminución en la capacidad laboral y una mayor mortalidad que el
promedio del grupo de control en un amplio espectro de enfermedades, pero cuya
conexión directa con su pasado resultaba de difícil comprobación científica.
Esto trajo problemas legales para el tema de las indemnizaciones, que en varios
países se resolvió invirtiendo el concepto de causalidad: en tanto no se podía
comprobar que la enfermedad no se debía a una causa ajena a la represión, al
demandante le correspondía cobrar dicha indemnización, cuyo valor reparatorio,
además de una suma de dinero significaba un reconocimiento institucional.
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