martes, 16 de mayo de 2017

EL HOLOCAUSTO, Los Kapos ¿Culpables por haber sobrevivido?


http://robertogebert.com/cuando-digo-nosotros.html

Un apreciable porcentaje de prisioneros de los Campos de concentración, recibió de los SS funciones de vigilancia. Debían realizar tareas relacionadas con mantener el orden a cambio algunos beneficios, que en esa circunstancia a menudo eran de vital importancia para su supervivencia. Con el nombre de Kapos se popularizó lo que administrativamente se denominaba como “presos con funciones” (Funktionshäftlinge).   

La etimología de Kapo está en discusión, algunos la relacionan con el italiano: capo que significa cabeza,  otros con el francés: sería una abreviación de caporal o cabo.


Está claro que sobre los Kapos judíos, se ha oído contar las peores cosas tanto en Israel como en el resto del mundo: “a menudo ellos eran aún peores que los nazis” contaban los sobrevivientes. ¿Se merecen entonces los Kapos su mala fama o acaso esa imagen negativa debería ser corregida? 

En todos nosotros está impresa la imagen de los Kapos malos, sin embargo también hay que  verlos bajo la óptica de su difícil posición de ser al mismo tiempo víctimas y victimarios. El tema se complejiza porque si bien había delincuentes comunes, también hubo personas decentes, a tal  punto que unos cuantos han ido a vivir a Israel al cabo de la guerra.

El meollo es el dilema moral al que se enfrenta una persona cuando persigue dos valores contrapuestos, que no pueden ser llevados a cabo al mismo tiempo ya que son excluyentes.  En este punto surge una segunda pregunta: ¿cómo han vivido los Kapos en la posguerra? No se trata únicamente de los problemas espirituales de los ex prisioneros, sino que el tema se amplía: ¿cómo incidió esta cuestión en sus descendientes, vale decir la segunda generación? En este sentido resulta interesante comparar le discurso de los padres y el relato de los  hijos.

Si estas personas no consiguen construir estrategias de superación, corren el riesgo de quebrarse por el peso que han cargado, de hecho más de uno llegó al suicidio. Analizando los narraciones de los Kapos que fueron entrevistados, se abre un abanico de mecanismos de defensa, entre los que se destacan: la negación y la trivialización: desmienten las acusaciones de haber ocasionado daños y acentúan su buena disposición a brindar ayuda al resto de los prisioneros.

En los hijos, a su vez, pudo constatarse una división: por un lado hacen propio el juicio negativo sobre los Kapos, pero del otro, juzgan el accionar de sus padres como moral. Cuanto más dificultades han tenido los ex Kapos en resolver su dilema moral, más difícil ha sido para la generación siguiente elaborar su historia. Vale decir, que al haber sido incapaces los progenitores en resolver esta delicada cuestión interior, precisaron de sus hijos para atenuar el peso de la mochila que les pesaba.

Ya se ha escrito mucho sobre la culpa de muchos sobrevivientes por el solo hecho de estar vivos, es decir que también en ellos ha existido un dilema moral. Sin embargo ¿por qué otros no han padecido de este interrogante?  Una respuesta decisiva a esta pregunta no es sencilla. En primer lugar se nos aparecen dos posibles respuestas: a) cuando la persona tiene la sensación de haber actuado leal o solidariamente B) cuando con el paso del tiempo, se han desarrollado mecanismos de defensa eficientes.  

Dado que, como dijimos, se trata de una cuestión moral, y como la humanidad gira en torno de estos valores, es posible sacar enseñanzas que podrán aplicarse en distintas áreas de la vida.  





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