La quema de brujas
durante la época de la Inquisición, trae una historia en que vale la pena
detenerse. un caso extraordinario y correctamente documentado. Es el caso de
Myriam Harris, una bruja incombustible.
Según cuenta el
relato, habiendo sido condenada a la hoguera, ella misma advirtió al obispo que
poseía la cualidad de ser incombustible, e incluso aconsejó el estrangulamiento
para su exitosa ejecución, o bien ser atada a la boca de un cañón. Sea porque
el obispo no le creyó o porque el rito exigía de la purificación, su
advertencia fue desoída.
El día prefijado se
la ató a una cruz sobre un montículo de maderas resecas y se le prendió fuego.
Al extinguirse las llamas, tal cual había previsto apareció su figura indemne;
las mejillas pálidas por la estancia de meses en un calabozo estaban ligeramente
sonrosadas, dándole un aspecto más vital y saludable. Algunos de los curiosos
que habían presenciado la ejecución salieron corriendo, y entre el asombro y el
temor gritaban “¡milagro, milagro!”. Compasivamente, sus fallidos ejecutores
tendieron a un costado de la pira al rojo vivo, una alfombra mojada que, al ser
pisada por los pies de Myriam Harris, producía un fuerte siseo y una nube de
vapor que demostraba fuera de toda duda, su milagrosa resistencia al calor. Al
ser desatada por los guardianes, cosa que no resultó sencilla pues tenían que
pisar las brasas incandescentes, Myriam Harris dijo: “tengo frío, este invierno
es muy crudo. ¿Podéis volver a encender el fuego?”
Como una nueva
ejecución no era posible puesto que la que Dios a través del obispo dispuso ya
se había llevado a cabo, se llegó a la conclusión de que Harris había sido
exitosamente purificada y fue dejada en libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario