jueves, 23 de junio de 2016

LOS LIBROS DE AUTOAYUDA



   
  En el último cuarto de siglo una nueva clase de libros golpeó la puerta de las librerías reclamando su lugar. Esta pretensión, a juzgar por los resultados, no fue excesiva. En los días que corren, todo comercio tiene al menos una sección dedicada al rubro.
     La nueva especie ha crecido más allá de cualquier esperanza editorial, puede tropezarse con ella en estanterías que antaño solo hubieran tolerado su presencia por un exceso de audacia, por negligencia o por error. 

Cuando digo tropezarse, no significo ni una metáfora elegante por "encontrar" ni un eufemismo gentil por "dar con", me refiero a tropezar en el sentido de choque, de traumatismo. Nos tropezamos en los anaqueles, con un animal que se las trae, uno de los dinosaurios de nuestra postmodernidad. Infiltrados en secciones como psicología, religión o filosofía, se los encuentra en drugstores, maxiquioscos, puestos de diarios y también en supermercados, en los que cohabitan pacíficamente junto a profilácticos, conservas de sardinas, caramelos y revistas.
     Los libros de autoayuda están confeccionados de acuerdo a una fórmula que mezcla un compendio simplificado de psicología con un manual de procedimientos, unión fecunda de la que nació el estilo de las obras en cuestión. A causa de una circunstancia de salud, una disfunción sobre la que prefiero no explayarme y que me ocasionó un preocupante estado de abatimiento, me propuse tomar el toro por las astas, comprar el libro del Dr. Fishman y autoayudarme. 
     En la librería husmeo los tomos de autoayuda. Los hay para todos los gustos: autodieta, autoamor, autoconsuelo, autosalvación, autorrespeto, autoevaluación, autoestima,   autofelicidad,   autobesos,   automimos, autoespiritualidad. 
     Consigno algunos títulos: Los Seis Pilares de la Autoestima, Los Veinticinco Portales de la Meditación, El Lenguaje de las Velas, El Libro de la Seguridad, Manual de Prosperidad, Viaje hacia el éxito, Sí, se puede.
     Tomados en conjunto proclaman dos verdades palmarias: “ayúdate a ti mismo , la autoayuda te ayudará”, y su magno descubrimiento: “antes que nada y por sobre todo: “primero yo”. Los hojeo y resumo: nos enseñan que todo puede ser aprendido: a no tener culpa, a ser independiente, a no dar limosna, a no sabotearse, a no boicotearse, a descubrirse, a experimentarse plenamente, a ser valorado, cuidado, nutrido.
     Ponga la mano sobre este libro de autoayuda y jure: arreglarse, gratificarse, acariciarse, abrazarse, masturbarse, decirse que ¡se puede!
     ¡Sì, juro! Y me comprometo a: responsabilizarme, a autoafirmarme, a ser adulto, a dejar atrás mis aspectos infantiles, al niño que hay en mí, a ser operativo, eficaz, eficiente, a planificar y a preveer. Además reconozco que quiero tener: obra social, seguro de vida, del auto, de desempleo, contra robo, incendio, terceros, mala praxis, tarjeta de crédito, tomar cerveza y hacer un culto de mi cuerpo: el bronceado ha de ser suave, la comida sana, las gaseosas dietéticas, los huevos sin colesterol, el café descafeinado, no he de fumar, no beber, ni ingerir alimentos transgénicos.
     Procuraré cuidar mi imagen, sonreír, trabajar, organizarme, vivir la vida, disfrutar, vacacionar en playas soleadas, no ser cínico, escéptico, irónico,  sonreír, tener buen humor, pareja estable, Internet; hablar inglés, sincerar mis sentimientos y mis emociones, hacer gimnasia, aerobics, fitness, natación, complementos, footing, tenis, estudiar angelología, ir a Miami; prevenir ataques de pánico, no ser obeso, anoréxico, bulímico, apasionarme por lo light, y comprometerme conmigo, porque “no hay nada más importante que Yo”, ni los pobres (que siempre los hubo), ni la política, (porque se han muerto las ideologías), ni los libros (porque este es un mundo de imágenes).
     Para finalizar, una paradoja inicial; para autoayudarme debo acudir a un otro que me explicará cómo hacerlo, por lo que la autoayuda comienza con una heteroayuda.   

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