W. Sebald, (1944-2001) De nacionalidad
austríaca, a los veinte años se autoexilió en Inglaterra, en donde ejerció como
profesor de literatura alemana, manteniendo una relación de amor-odio con su
patria que pretendía acallar lo sucedido. Paradójicamente dice: “he vivido por
treinta años en Inglaterra y aún me siento un extranjero”. Es que para el
autor, el concepto de patria cobra importancia en tanto se ha vuelto
problemático.
Su obra se sitúa en una zona limítrofe entre la
ficción y la literatura de testimonio.
W. Sebald
ha sido un gran escritor cuyo estado melancólico proviene de la historia
Europea reciente, y habla de lo que otros quieren olvidar. Sus personajes se
hallan desgarrados por la lucha entre el impulso de defenderse de un pasado
doloroso y el ansia por aferrarse a lo que que les fue arrebatado. Aunque no
era judío, el desarraigo y la nostalgia
de sus obras. (protagonizada en buena parte por judíos) convierten a
Sebald en el más judío de los escritores. Escribe con frases son largas y
avanzan sin prisa, igual que un caminante; es que el trauma que constituye el
núcleo de sus historias, no puede ser dicho sino de manera elusiva e
indirecta, y requiere de una forma
inédita de expresión. Todos los personajes han sido dañados por el pasado. aunque en apariencia
haya logrado sobrevivir al trauma histórico que los despojó de su país, de sus
seres queridos; su precaria supervivencia esta amenazada por los fantasmas del
tiempo ido y que aún los habitan. Como el autor, nunca dejarán de sentirse
extraños en la nueva tierra que los acoge, ni tampoco podrán regresar a la que
abandonaron. En ellos prima el sentimiento de desarraigo, la vivencia de lo
perdido. Esta cualidad fantasmal los convierte en seres errabundos que viajan y
divagan, transitando por los caminos reales y por los pensamientos. No hay
objetivo ni conclusión en su periplo. A lo sumo buscan consuelo y olvido en el
viaje, pero solo se encuentran con la soledad y la desolación que, inútilmente,
han querido dejar atrás. Son vidas privadas de sustento emocional,
Sebald se empeña en reconstruir lo que la
barbarie arrasó con una memoria sustitutiva, para ello recurre a fotos,
diarios, edificios abandonados, descubre el drama humano, el dolor escondido que se oculta detrás de los edificios y
objetos.
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