Cuando la noche cae oscura, me agarran melancolías
Me rescato en la barra y me consuelo con la birra
Les concedo que he de tener bien torcida la mollera,
abrochado al mismo sitio, el de antes de la guerra
Aquí medito en los años que veloces han fluido
que a las fauces me mandé en el escabio reunidos.
Con los viejos camaradas en ésta nos bancamos
dando lata de los buenos viejos tiempos “bla, bla, bla”,
de honores acordados y que luego nos birlaron.
Crealó que a nuestros pies, más de uno se ha arrastrado.
Sobre mi hijo, no podía imaginar sentado junto a su cuna
lo que hoy se me permite y que tengo que tragar.
El me quiere enseñar ¡Papá! ¿Qué fue lo que hicieron?
Las pendejadas que hay que oír, es para llorar o para reír ¡ja, ja!
Con su tonto pico chilla ¡Querían someter a los demás!
No puede cerrar la bocaza y habla de los derechos de “lessa humanidad”.
Lo que más quisiera es darle un buen tortazo;
de cómo estaba en la vida, qué sabrá el gilastrún,
en la pilcha de milico yo lucía muy bacán ¡pipi cucú!
Triste se me viene el corazón cuando miro esas fotos,
en una estoy justo al lado de Adolfo, el mandamás, mi conductor
En torno de nosotros los demás nos clavaban la visual,
los veo y como un purrete, sin rubor, quiero ponerme a lagrimear
Al fin y al cabo son los recuerdos de lo mejor ¡Tal cual!
Poco después me entregaron una mansión pues yo era de confiar.
Cuando pienso en el moblaje, no me cabe en el marote,
había vestidos en los roperos ¡qué vestidos! los dejaron en el raje,
y una piel de ocelote en un armario, que puso loca a mi Frida. Ponetelá
querida que son despojos de los rojos, este es un lujo para arios
y no para el zurdaje, que la pandilla se envuelva en trapos de lumpenaje
el ajuar usalo vos que es la voluntad del capo,
él lo dice y es palabra santa, esa es su decisión
y quien diga algo en contra, va directo al paredón.
Después nos obligaron a una guerra que nuestro Adolfo rechazaba,
ahí perdimos al Tomasito,
una cagada, eso sí que fue jodido
Yo no lo dejé ver, me quedé en el nido, quería consolar a mi mujer como
un buen marido.
Cuando estaba desesperada a la cama la arrastraba, pero
de pronto empezó a cargarle el fardo al Adolfo
yo la avivé que no fue él quien nos quitó su vida
que la culpa fue de los israelis y
uno tiene que defenderse ¿no es así?
¡Atenti! bajá la voz, no levantes la perdiz, los vecinos pueden oír.
Nadie pierde con gusto a un hijo, pero hasta ella hubo de reconocer
que el pibe murió por la patria alemana en el campo del honor y de la
fe,.
En fin, la guerra que libramos la perdimos, pero casi la ganamos
de no ser por los derechos humanos;
yo me quedé medio chiflado cuando al fin de la contienda,
Todos estaban en contra, por los judíos azuzados
Nuestro Führer se murió, en su corazón herido y su amor contuso;
yo me quité el uniforme, me quedé travestido y dejé a todos en claro
algo
confuso: que fui obligado, que nunca fui un nazi represor ni cometí un
abuso.
En el asunto caí parado, ¡tuve un orto! me dejé el mostacho y pude
fundirme con la plebe, el populacho,
fui desnazificado y entre los peces pequeños me oculté disimulado.
Qué quiere que le diga, un día viene a mi dirección
un hombre con la nariz ganchuda, para una conversación; ni me saluda,
me da espiche, que la casa es la suya, de su propiedad, el buchón.
¡Rájese a la mierda sin demora ni piedad! Soy el dueño, el doctor Kohn.
Al escuchar sus alaridos, se la habo corta, me vine chiquito, chiquito,
sabe
como arrugué, enseguida me la piqué como un lacayo del judío piojoso,
cerdo bolche asqueroso.
Ahora estoy en el cuchitril y mi mujer me busca roña
¿Qué sucedió? ¿en qué te transformaste? dice la doña.
Alguna vez yo fui un gran pescado
es para piantarse,
quien no puede entender
quiero estar
tranquilo, ir a la barra
cuando allí estamos
juntos, debo dar gracias al Quía
es casi como
entonces, cada cual con su jerarquía
buenas noches mi
sargento, oigo con el pecho inflamado
son las únicas horas
que de vivir tengo agrado
ya son las once así
que Heil mis Camaradas
nos reunimos en el
mismo boliche durante el día de
mañana
A disgusto vuelvo con
la vieja al cuchitril
ella me llama y en su
queja me dice ¡Gil!
Si la barra no
existiera y de acabarse la bebida
debería colgarme,
pero soy cobarde, un gallina.
¡Hey, señor! Usted
que me mira tan raro, así
tendría acaso
compasión, de este viejo cerdo nazi?
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