martes, 3 de octubre de 2017

DIOS EN LA CIUDAD


Dicen los que saben que Dios está en todas partes, hoy me he propuesto ubicarlo en la ciudad.

     Repaso los apuntes del curso de Metodología de la Investigación: cálculo estadístico, la campana de Gauss, chi cuadrado y empiezo la recorrida en donde lo supongo, en sus prioridades. 

    Informe:

    Domingo 10hs 57 A.M. Avenida Sta. Fe 1300. Basílica de San Nicolás.  

     Sancte Nicolae ora pro nobis. Con mucho adorno y oropel. Celebración de la Virgen de los desposeídos (la de Valencia). Se invita a los devotos y a la comunidad parroquial a los solemnes cultos en su aniversario. 

    Me interno en el barrio de Constitución.


    11hs 50 A.M. Parroquia Corazón de María.

     Entrando escucho cantar el aleluya. El sermón, que está a cargo de un sacerdote enojado, vincula a San Juan con el nuevo recorte del gobierno al presupuesto educativo.

     Al terminar es aplaudido.

     00: 15 P.M. Parroquia Santa Elisa.

     Cerrada. En la plazoleta lindante, flamean banderines amarillos y blancos; publicidad de Renault.

    Con mínima diferencia horaria:  Hospital  interdisciplinario

psicoasistencial Dr. José T. Borda.

     Me muero de risa. Con este nombre jactancioso, amenazador e inclemente, se enmascaró el manicomio, un verdadero disparate. Dios ausente con aviso.    

     Iglesia de San Francisco Solano. 01 P.M.

     Enfrente del Hospital Subzonal Materno Infantil. Misas: domingos 11, 12 y 18hs. A un costado se levantó un circo, dos pesos la entrada. Funciones 16 y 18 hs. 

    La Iglesia está repleta y hace calor. En las paredes, dos o tres vírgenes de cerámica y un Cristo austero. Sobre una cartulina, en letras doradas de papel cotillón dice: Haznos r sucitar. Falta la e. Es lo único áureo, gracias a Dios.

    El techo de madera está pintado de celeste intenso, quizás por imitar al cielo o por no haber otro color disponible.  scucho misa parado en el fondo, junto a la gente y a un perrito negro.

    A la salida, indios de Misiones venden loros y lagartos tallados, también hay cestos de mimbre. Me retiro cuidando de no pisar el barro que empieza a tres metros. Un kiosco de lata precariamente instalado en la esquina, me tienta con bebidas frías, sandwiches de chorizo y milanesa. Creo que voy a ceder a la tentación.     

     Las Heras y Ayacucho: 03 P.M.

     ¿Estás en las rejas de las ventanas, en las franjas peatonales o haciendo equilibrio en un enjambre de cables? ¿En el ruido de los motores, en el caño de escape de un camión, en los coros de bocinazos, en los chirridos de frenos, en la gente que cruza corriendo? S.O.S - S.O.S - S.O.S.

     Dios urbano, Cristo en colectivo. Se rumorea que toma el sesenta.



     Soldado de la Independencia y Maure. 04P.M.

     Indago en los afiches, en una vidriera de la Abadía, en los pantalones de marca y  calzoncillos de puro algodón 98%,  y en la mirada extraviada del señor al que pregunto: ¿Dios queda en Belgrano?

     Santa Fe y República Árabe Siria. 05 P.M.

     Es notorio que Dios ama la naturaleza. En la ciudad está representada por el Jardín Botánico. Allí procedo a una pequeña exploración entre gatos y dycotiledóneas. Inspecciono un arbusto de azaleas  -rododendrum japonicum-, la fronda de un olmo -ulmus parviflora-, escudriño la copa de una palmera -trachycarpus fortunei-, buceo en un estanque y me fijo detrás de la Saturnalia, que no es un vegetal sino una estatua, como bien lo explica un cartel que representa a la Saturnal, fiesta realizada en honor al dios Saturno, que adquiría carácter de orgía desenfrenada en los antiguos romanos.   

     Echeverría y Migueletes. 06 P.M.

     Las santerías son bocas de expendio que proveen los elementos para las formas tradicionales y alternativas del culto y del amor a Dios. En los escaparates se exhiben cruces, vírgenes que desatan nudos, estampitas milagrosas y yuyos con indicaciones precisas: ruda para la envidia, mirra que asegura el amor, e incienso, que aleja los malos espíritus.

     En casa. 09 P.M.

     Subo a la azotea y miro hacia la noche. Veo antenas, chimeneas y un lavadero con ropa tendida. El cielo ya no es celeste como el de la iglesia, sino oscuro, casi negro, de no ser por las estrellas que refulgen desperdigadas.  Medito: hoy te busqué, Dios, por tantos lugares, con fervor y esperanza, sin encontrarte. La jornada fue larga, estoy algo desanimado. ¿Fallé con el método o es que soy sordo, o ciego, o ateo?

     De pronto, una estrella más luminosa que el resto se desprende del conjunto y, como una luciérnaga activa, se desplaza hacia mí a gran velocidad. Bruscamente se detiene, gira en un minúsculo radio y se aleja con rapidez.

     ¿Será?


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