martes, 14 de noviembre de 2017

HERMANN HESSE y EL LOBO ESTEPARIO


Un comentario crítico



Hermann Hesse no parece haber escrito sus libros para adolescentes, sin embargo  con ellos ha tenido la mayor aceptación y difusión, al punto que se dice que “no haber leído a Hesse, es como no haber tenido varicela”. Pues bien yo lo leí tres veces: tras leerlo en la adolescencia salí entusiasmado, lo releí veinte años más tarde y salí decepcionado y ahora, a la luz de ese defecto que es la adultez he salido espantado 

Sin embargo, y en gran parte por la época en que fue escrito, tuvo una aceptación favorable convirtiéndose en un clásico. El éxito del Lobo Estepario, se debe a la época en que fue concebido, me refiero a los aspectos más desviados del psicoanálisis en su vertiente Junguiana, pero seguramente más conveniente para dar al libro una resolución fantasiosa. No obstante, Hesse confunde fantasía inconciente con “cualquier cosa es posible” un «todo vale en lo inconciente», cuando la base del descubrimiento freudiano justamente es haber descubierto las leyes que gobiernan al inconciente, tales como los desconcertantes sueños, o los fantasías diurnas.

El argumento transcurre entre la ensoñación y la alucinación y el mundo onírico sin decidirse por ninguno, y es en esa radical indefinición que se ubica su debilidad. El autor intenta darle a su historia un tono profundo y complejo pero que no pasa de ser un argumento que se desliza por las líneas de una imaginación forzada que simula significados profundos, con los que pretende rellenar una resolución que al autor se le escapa de la pluma y de su concepción de un simbolismo esotérico y desopilante, distribuido de modo caótico, que rehúsa cualquier interpretación.   



Hesse pretende que el lector se pregunte “qué inextricable misterio albergará el corazón del protagonista? Pues no hay ninguno, el tal misterio no existe, sólo hay despliegue de fantasías desopilantes que no se anclan en ningún basamento firme que de lugar al simbolismo. En el comienzo el autor crea una atmósfera atractiva y muy apropiada para el desarrollo argumental, al que uno supone pertenece a la estructura de la novela, y que como tal ha sido planeada y ejecutada según una minuciosa estrategia que intenta captar los niveles más profundos de la soledad  humana o al menos de su personaje. A partir de esto, el interés que el libro mantiene en la primera parte, se derrumba pues el argumento padece de un profundo deterioro, un dislate, eso sí, muy de época.

No hay comentarios:

Publicar un comentario