martes, 18 de julio de 2017

LOS COLORES DE LA NOCHE


   
  Los colores de la noche se extienden ante mí, salidos de su noctámbula paleta. El paisaje citadino pierde protagonismo y se desvanece hacia un segundo plano, que pasa a ser la tela sobre la que mi cuadro se ilumina. Los tonos, que en general son intensos, no consiguen atravesar, sin perder esplendor, la atmósfera densa de smog y humedad. El conjunto semeja un salpicado con aspecto de pintura abstracta. Observado en detalle, se lo ve compuesto en su mayor parte por una variedad heterogénea de figuras geométricas como cuadrados, rectángulos y circunferencias.

     Con un poco de práctica y por las combinaciones cromáticas puede reconocerse a qué negocio pertenecen: Frávega: amarillo, verde y negro; Musimundo: rojo y amarillo; Wendy: rojo y mostaza, Blockbuster: amarillo y azul, igual que Banco Río y Boca Juniors. ¿Se harán juicio? Renault: amarillo y blanco, Dapsa: rojo y negro, YPF: azul y blanco, Shell: rojo y amarillo, E.G.3: celeste, verde, rojo.


     El cartel de una mercería anuncia ropa para niños y bebés en azul y naranja, sobre fondo blanco en 1,20 x 57.

     En un desborde emotivo brindo con mis mejores colores, los más chispeantes y vivaces ¡Mozo!: una copa de champán, y como no es de buena educación brindar por uno mismo, los azules lo hacen por los verdes, los brillantes por los opacos y los primarios por los secundarios.*

      Esquina de Las Heras y Salguero: a mi derecha, el cartel del Citybank en degradé azul está flanqueado por una casilla de Telefónica: celeste y verde. Por encima, una gran flecha lila de Pinturerías Prestige: en blanco, y a cien metros, la marquesina verde acuario de Ban Sud: Ban en letras blancas y Sud en letras negras.

     Pregunta: ¿Los colores de la noche son idénticos en cualquier ciudad? Y de ser así: ¿sería capaz de distinguir Buenos Aires de Nueva York o de París?

¿Las Heras o 5th Avenue? ¿Boulevard Cerviño o Les Champs Elysées?

    Un capítulo aparte se merecen las ópticas de los coches. Hago un recuento en un modelo japonés, óptica delantera: luz alta, baja, de posición, luces de stop, guiños derecho e izquierdo, buscahuellas, patente, antinieblas. Óptica trasera: luces de posición, de frenado, de marcha atrás, guiños derecho e izquierdo, patente, adicional de frenado. Total: veintisiete luces, sin contar las interiores.

     La policromía adquiere movimiento por los faros de los automóviles, de las ambulancias, de la policía y por la interminable actividad mutante de los semáforos: City Art.

    Los colores de la noche son irreales, no admiten comparaciones sencillas ni naturales como las de mi infancia, verde pasto, azul cielo, rojo sangre o amarillo limón.

     Las luces más frías están frente al río, en Puerto Madero. Su resplandor gélido que reverbera en el agua, ilumina las osamentas de las grúas y pinta de gris al césped prolijamente cortado, haciéndolo parecer artificial.

     Es de madrugada. Los colores debilitados pierden carácter y definición, quizás un poco mareados por la bebida. Un púrpura bosteza y un gris perla somnoliento se diluye, sólo un verdecito medio travieso, que se había mezclado con el resplandor amarillo de una vidriera para jugar a la escondida, todavía sigue disfrazado de azul.

     Mis queridos colores, tengan buenas noches, y si no consiguen conciliar el sueño, a no preocuparse, no cuenten ovejitas, ni tomen té de tilo o leche tibia, tampoco ingieran Lexotanil ni se inyecten drogas, son innecesarias y nocivas, lo aprendí en el curso de Adicciones y Neurotransmisores. Al aclarar todos descansarán. Cúbranse bien que hace frío y piensen en algo bonito.

     Amanece.


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