martes, 24 de enero de 2017

CONVIENE LEER LOS DIARIOS PARA SABER LO QUE NO IMPORTA


Comenzar la mañana es uno de los aspectos más desalentadores de la vida citadina: las aglomeraciones de personas, el caos del tránsito, los edificios grises y sórdidos o lo más modernos que son meros cubos sin diseño que amontonan a las personas. Para evitarme la lectura de los diarios, desayuno con café, tostadas y literatura que me tiende un dorado puente que me desliza hacia el inicio del día, construyéndolo soportable o al menos pasablemente irreal. Así, la crueldad se ve matizada por la belleza de la ficción.




Es que la prensa se ha pervertido y es bien poco lo que puede decirse en su favor, abundan las mentiras de los políticos contadas desde la impunidad del poder, la vulgaridad de sus argumentos, las afirmaciones que se prueban por sí mismas sin necesidad de aducir pruebas que las apoyen, van en busca de lo obvio. Como lo que da rédito es el espectáculo, sólo importan las formas y el resultado suele ser pobre. La manipulación marketinera hace ocultar con gran misterio lo que no vale la pena de ser encontrado, y los acontecimientos importantes son presentados con una simplificación idiotizante, más dirigida al chimenterío social que a la información.  



Así y todo, no es posible encerrarse en uno mismo, pero es bueno hacerlo con otro si ese otro es el hecho artístico. Él puede hacernos respirar aire puro, abuenarnos con bellos paisajes en medio de la urbe, prestar nuestra atención a personajes interesantes, sacarnos de la monotonía de lo anónimo que nos circunda y que aplasta el espíritu. El arte se enseñorea sobre las pobrezas de lo cotidiano y la mediocridad del mundo de las apariencias.



Hablar del alma en la época que corre, suena a sentimentalismo o a romanticismo pasado de moda; sin embargo, el héroe de nuestro tiempo no es el del imbécil sí se puede! sino el del gentil diletante, aquel que se anima a entregarse al mundo de lo inútil para el mercado, vale decir a la poesía. El artista verdadero elude la repetición que machaca, el puritanismo mercantilista, él vive en la ficción que da la alegría de la libertad imaginativa.



Quienes pueden salvarnos son la gentes imprácticas, los que pueden tener una visión de futuro, y darle un lugar al a utopía






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