martes, 26 de junio de 2018

Sobre los textos de W. SEBALD.


W. Sebald, (1944-2001) De nacionalidad austríaca, a los veinte años se autoexilió en Inglaterra, en donde ejerció como profesor de literatura alemana, manteniendo una relación de amor-odio con su patria que pretendía acallar lo sucedido. Paradójicamente dice: “he vivido por treinta años en Inglaterra y aún me siento un extranjero”. Es que para el autor, el concepto de patria cobra importancia en tanto se ha vuelto problemático.


Su obra se sitúa en una zona limítrofe entre la ficción  y la literatura de testimonio.

W. Sebald  ha sido un gran escritor cuyo estado melancólico proviene de la historia Europea reciente, y habla de lo que otros quieren olvidar. Sus personajes se hallan desgarrados por la lucha entre el impulso de defenderse de un pasado doloroso y el ansia por aferrarse a lo que que les fue arrebatado. Aunque no era judío, el desarraigo y la nostalgia  de sus obras. (protagonizada en buena parte por judíos) convierten a Sebald en el más judío de los escritores. Escribe con frases son largas y avanzan sin prisa, igual que un caminante; es que el trauma que constituye el núcleo de  sus historias,  no puede ser dicho sino de manera elusiva e indirecta,  y requiere de una forma inédita de expresión. Todos los personajes han sido  dañados por el pasado. aunque en apariencia haya logrado sobrevivir al trauma histórico que los despojó de su país, de sus seres queridos; su precaria supervivencia esta amenazada por los fantasmas del tiempo ido y que aún los habitan. Como el autor, nunca dejarán de sentirse extraños en la nueva tierra que los acoge, ni tampoco podrán regresar a la que abandonaron. En ellos prima el sentimiento de desarraigo, la vivencia de lo perdido. Esta cualidad fantasmal los convierte en seres errabundos que viajan y divagan, transitando por los caminos reales y por los pensamientos. No hay objetivo ni conclusión en su periplo. A lo sumo buscan consuelo y olvido en el viaje, pero solo se encuentran con la soledad y la desolación que, inútilmente, han querido dejar atrás. Son vidas privadas de sustento emocional,

Sebald se empeña en reconstruir lo que la barbarie arrasó con una memoria sustitutiva, para ello recurre a fotos, diarios, edificios abandonados, descubre el drama humano, el dolor escondido  que se oculta detrás de los edificios y objetos.

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