martes, 11 de octubre de 2016

Por suerte los Medios no son enteros

A diario escuchamos decir a modo de justificación hipócrita, y sin el menor pudor, que los medios no son más que un mero reflejo de la sociedad de la que forman parte. Argumento con que pretenden desresponsabilizarse de las barbaries que cometen con el objetivo de aumentar el rating, es decir, del dinero que facturan. Por otro lado y en perfecta contradicción, se jactan al manifestar que los periodistas y los locutores son “formadores de opinión.”


     Hasta hace unos años en ciertos videoclubs, a escondidas y contraviniendo la legislación, se vendían cintas con ejecuciones filmadas. Al poco tiempo, todo canal de televisión pasó a emitir como una letanía morbosa, accidentes fatales robos a mano armada o los atractivos asesinatos de personas, filmados por las así llamadas cámaras de seguridad.

     El buen periodista dejó de ser el que escribe un buen artículo, sino el que consigue un reportaje con los familiares y amigos de la víctima y que, con preguntas que son golpes bajos, logra arrancar expresiones de hondo sufrimiento o exprimir lágrimas de dolor, puede que por un golpe de suerte aparezca un deseo de venganza, material inmejorable para que un grupo de ignorantes de algún panel, se explaye sobre la conveniencia de la justicia por propia mano y los aspectos morales banalizados hasta la vulgaridad.  

    Cómodamente instalados en sus sillones y con un maquillaje que encubre la verdad de sus rostros, juegan a opinar con una autoridad que no tienen, sobre temas tan sensibles como la influencia de las drogas en la violencia, sin recordar que son ellos quienes forman parte de los medios, los causantes de muchos males de lo que opinan.

     Mientras millones de personas trabajan, estudian, descubren vacunas y en general son buena gente, los medios se esmeran y limitan a mostrar a los vagos, los adictos, criminales, etc... El resultado es que un pibe en inferioridad de condiciones -sea por problemas personales o con el cerebro quemado por el paco -, al ver constantemente a estos personajes, se dice: “si salen por la tele deben ser los personajes que a la sociedad le importa”, y ahí le cae la ficha, piensa: “ahora ya sé cómo ser una parte reconocida de la sociedad me enfierro y me convierto en uno de los héroes que tienen pantalla”, y entonces imitan a estos modelos que constituyen una interesante alternativa y motivación del delito para sus vidas.



                                                   (la diatriba continuará próximamente)











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